EL SECRETO DE EDOM EL REINO DE KHAZARIA – JAZARÍA Y SU
CONVERSIÓN AL JUDAÍSMO QUINTA PARTE CINCO Y ANEXO
FINAL
EL GRAN KAN - KHAGAN BULAN EL REY JAZARO - KAHZARO Y LA CONVERSIÓN AL JUDAÍSMO DE JAZARÍA - KHZARIA LA CARTA DE SCHECHTER O DOCUMENTO DE CAMBRIDGE Y LA CORRESPONDENCIA KHAZAR
Como he venido haciendo a lo largo de años en
los cuales hemos compartido estudios, análisis, reseñas, etc. Así como libros
PDF, le compartimos un fragmento del cap. IV del libro La Invención del Pueblo
Judío (2008), del historiador israelí Shlomó Sand, donde narra de los orígenes
y primeros testimonios del medieval reino de Jazaría en Asia Central, de las
vicisitudes que estuvieron implicadas en la introducción del judaísmo en dicha
zona, del influjo que como Imperio tuvo, y de su disolución final a manos de la
invasión mongola.
¿EL REY BULAN
UN KAN - KHAGAN JUDÍO? UN EXTRAÑO
IMPERIO SE LEVANTA EN EL ESTE
INTRODUCCIÓN EL SECRETO DE EDOM – LOS EDOMITAS DESCENDIENTES DE ESAÚ
PRIMERA
PARTE LA HISTORIA DE ESAÚ ES EDOM – IDUMEA – EL MONTE DE SEIR – TEMÁN Y AMALEC PARTE 1 DE 5
SEGUNDA
PARTE HERODES I EL GRANDE LOS EDOMITAS TOMAN EL REINADO DE ISRAEL – LA DINASTÍA HERODIANA PARTE 2 DE 5
TERCERA PARTE HERODES EL REY JUDEO EDOMITA QUE GOBERNÓ YISRAEL PARTE 3 DE 5
CUARTA
PARTE DESENMASCARANDO A LOS FALSOS YAHUDIM LOS QUE DICEN SER YAHUDIM Y NO LO SON PARTE 4 DE 5
QUITAN PARTE Y ANEXO FINAL LA CONVERSIÓN AL JUDAÍSMO DE JAZARÍA – KHAZARIA POR DECRETO DE GRAN KAN – KHAGAN BULAN EL REY JAZARO – KHAZARO “CARTADE SCHECHTER - DOCUMENTO DE CAMBRIDGE” PARTE 5 DE 5 Y ANEXO FINAL
A mediados del siglo X, la era dorada sefardí,
Hasdai Ibn Shaprut, un médico e importante estadista en la corte del califa de
Córdoba ’Abd ar-Rahman III, escribió una carta al rey de los Jázaros, José
ben-Aaron. Los rumores sobre un gran Imperio judío lindando con Europa oriental
habían llegado hasta las élites judías del extremo occidental del continente y
habían suscitado una gran curiosidad: ¿era ése, por fin, un reino judío que no
estaba subordinado a los poderes musulmanes o cristianos?
La carta comienza con un poema de alabanza al
rey —con un acróstico compuesto por Menahem ben-Saruq, el secretario de Hasdai
y el poeta hebreo más destacado de la península Ibérica— seguido por la
presentación que el remitente hace de sí mismo (entre otras cosas, desde luego
como descendiente de los exiliados de Jerusalén) y una descripción del reino en
el que vive. DESPUÉS PASA AL TEMA QUE LO PREOCUPABA:
«Ha habido mercaderes que me han dicho que
hay un reino de judíos llamado Alkhazar, y no les creí porque pensé que lo
decían por agradarme y establecer relaciones conmigo. Estuve confundido sobre
ello hasta que llegaron emisarios de Constantinopla con un regalo de su rey
para el nuestro, y les pregunté sobre él. Me aseguraron que era cierto, que el
reino se llama Alkhazar y que entre Constantinopla y su país había un viaje de
15 días por mar pero que por tierra hay muchas naciones entre nosotros, y que
el nombre de su rey es José [...]. Y cuando oí eso, me invadió la fuerza y mis
manos se volvieron más fuertes y mi esperanza aumentó, y me incliné e hice
reverencias al Señor del cielo. Busqué un emisario fiel para enviarlo a vuestra
tierra para encontrar la verdad y para saludar a mi señor, el rey y a sus
sirvientes, nuestros hermanos, pero era difícil hacerlo porque la distancia es
muy grande».
Hasdai continúa describiendo con detalle todas
las dificultades que suponían el enviar la carta, y finalmente hace preguntas
directas: ¿de qué tribu es el rey?; ¿se trasmite de padres a hijos, como hacían
los antepasados en la Torá?; ¿qué tamaño tiene el reino?; ¿quiénes son sus
enemigos y sobre quién gobierna?; ¿tiene prioridad la guerra sobre el Sabbath?;
¿cuál es el clima del país?, y así sucesivamente. La curiosidad de Hasdai no
tenía límites, por lo que se disculpaba cortésmente.
No se sabe cuánto tiempo pasó hasta que llegó
la respuesta del rey Jázaro, pero en una larga carta el rey José contestaba a
las preguntas de Hasdai lo mejor que podía. DESCRIBIÓ SUS ORÍGENES Y LAS
FRONTERAS DE SU REINO:
«Habéis preguntado de qué nación, familia
y tribu somos. Sabed que somos hijos de Jafet y de su hijo Togarma [...]. Se
dice que en su tiempo mis antepasados eran solamente unos pocos y que el Señor
les concedió fuerza y audacia, y lucharon contra muchas naciones más poderosas
que ellos, y con la ayuda del Señor los expulsaron y heredaron el país [...].
Pasaron muchas generaciones hasta que surgió un rey cuyo nombre era Bulan, un
hombre sabio y temeroso del Señor, que puso toda su confianza en el Señor y
expulsó a todos los hechiceros e idólatras del país y vivió bajo el manto del
Señor [...]. Ese rey convocó a todos sus ministros y sirvientes y les dijo todas
estas cosas. Ellos quedaron contentos y aceptaron los juicios del rey y
entraron bajo el manto de la Shekhiná [...]. Entonces surgió un rey entre sus
hijos llamado Abdías, un hombre justo y honesto que reformó el reino y
estableció la Ley en el orden apropiado, y construyó sinagogas y seminarios y
trajo a muchos de los sabios de Israel».
Con un estilo épico y ornamentado, el rey
describe la conversión al judaísmo y enumera las razones que llevaron a sus
antepasados a preferir la religión judía frente a los otros dos monoteísmos. En
un tono invadido por una fervorosa creencia en la Torá y sus mandamientos,
continúa describiendo la situación de su reino, su tamaño, población y el poder
de sus enemigos y rivales (los rusos y los ismaelitas).
Diversos embellecimientos y adiciones
literarias a los viejos textos llevaron a algunos investigadores a concluír que
esas cartas, especialmente las respuestas del rey, no fueron escritas en el
siglo X d.C., y pudieran ser falsificaciones o correcciones de autores
musulmanes. Hay dos versiones de la carta de José, una larga y otra corta, pero
ciertos términos de la versión reducida no pertenecen al léxico árabe, y su
autor no formaba parte del mundo cultural musulmán. Además, el distintivo uso
lingüístico del hebreo bíblico indica que la carta de Hasdai y la respuesta del
rey no fueron escritas por la misma mano. La carta del rey Jázaro probablemente
fue copiada y embellecida muchas veces, pero el núcleo de su información parece
verdaderamente fiable ya que concuerda con testimonios árabes contemporáneos;
por ello no puede ser descartada como una simple creación literaria.
En cualquier caso, desde finales del siglo XI
hay evidencias de que, a pesar de las dificultades de las comunicaciones
internacionales, por todo el mundo intelectual judío circulaban copias de ambas
cartas en varias versiones. Por ejemplo, el rabino Yehudah al-Barzeloni, que
cuestionaba la veracidad de esas copias, comentó: «Hemos visto algunas
versiones de la carta escrita por el rey José, hijo de Aarón el sacerdote Jázaro,
al rabino Rabbi Hasdai hijo de Yitzhak, y no supimos si era auténtica o no». Sin
embargo, finalmente ese agudo investigador, que detestaba las fábulas, quedó
convencido y llegó a admitir que «los Jázaros proselitizaron y tuvieron reyes
prosélitos; he oído que todo eso está escrito en los libros de los ismaelitas
que vivieron entonces y escribieron sobre ello en sus libros». Por ello copió
la carta del rey José y citaba una parte en su propio trabajo.
Es casi seguro que en el siglo XII el rabino
Yehudah Halevi conocía esa correspondencia. Atribuyó la conversión al judaísmo
del monarca Jázaro a una sesión de resolución de un problema monoteístico de
tres aspectos. Su descripción al comienzo de su obra Kuzari está adaptada de la
carta del rey José, con algunos cambios de estilo y detalle [1].
[1] Al comienzo del libro, Halevi dice:
«[Ello] me hizo recordar las discusiones del rabino que estudió con un rey Jázaro,
el que se convirtió al judaísmo hace unos cuatrocientos años. La historia de
este rey está bien recogida en los libros de historia», THE KUZARI: IN
DEFENSE OF THE DESPISED FAITH, NORTHVALE, 1998, P. 1.
Hay que señalar que Rabad (el rabino Abraham
ben-David), varias décadas más joven, que Yehudah ha-Levi y uno de los padres
de la Cábala en Provenza, hablando sobre Europa oriental dijo: «Había pueblos Jázaros
que proselitizaban, y su rey José envió una carta al presidente, el rabino
Hasdai ben-Shaprut, hijo de Yitzhak, para decirle que él era seguidor del
rabinato al igual que todo su pueblo». Rabad continúa diciendo que, cuando
estuvo en Tolitula [Toledo], se reunió con estudiantes judíos que le dijeron
que eran Jázaros y fieles al judaísmo rabínico.
Mientras que las historias de los himyaritas y
bereberes judaizados fueron borradas de la conciencia general, en el caso de
los Jázaros era más difícil dejar páginas en blanco. En primer lugar, el
público secular moderno conocía el Kuzari, el tratado teológico terminado en el
año 1140 por Yehudah Halevi, una figura muy respetada de la tradición judía y
una figura canónica para la cultura sionista debido a su especial relación con
la Tierra Sagrada. En segundo lugar, había muchas evidencias históricas sobre
el reino Jázaro en fuentes árabes, persas, bizantinas, rusas, armenias, hebreas
e incluso chinas. Todas estaban de acuerdo en que era un reino poderoso, y
muchas de las fuentes también se refieren a su inesperada conversión al
judaísmo.
Además, la posición histórica de ese reino y
los acontecimientos que siguieron a su ruptura habían llegado a la primera
historiografía judía del Este de Europa que batalló con ese tema durante
décadas. Incluso los reconstructores sionistas del pasado dudaron durante mucho
tiempo en abordar esa cuestión, y unos pocos intentaron investigarla con
apropiada meticulosidad. Pero, finalmente, el amplio interés por el reino Jázaro
empezó a disminuir y prácticamente se evaporó en Israel con la
institucionalización de la memoria histórica, unos diez años después de su
nacimiento.
Aunque el reino medieval de los Jázaros existió
en una lejana oscuridad, y ningún teólogo de talento lo había alabado e
inmortalizado como hicieron los autores bíblicos en su momento y lugar, sin embargo,
está avalado por fuentes externas mucho más abundantes y variadas de las que
existen sobre el reino de David y Salomón. La Jazaría judía no sólo fue inconmensurablemente
mayor que cualquier reino histórico en la tierra de Judea, sino también más
poderosa que Himyar o el reino del desierto de Dihya al-Kahina.
La historia de los Jázaros es fascinante.
Comienza en el siglo IV d.C., cuando algunas tribus nómadas acompañaron a los
hunos cuando se abalanzaron sobre Occidente. Continúa con el levantamiento de
un gran Imperio en las estepas del río Volga y en el Norte del Cáucaso, y
finaliza con la invasión mongola del siglo XIII, que barrió todas las huellas de
ese extraordinario reino.
Los Jázaros eran una coalición de poderosos
clanes túrquicos o huno-búlgaros que, cuando empezaron a asentarse, se
mezclaron con los escitas que habitaban en las montañas y estepas entre el mar
Negro y el Caspio, que durante mucho tiempo se conoció como el Mar Jázaro [2]. En su momento de mayor esplendor, el
reino englobaba a toda una variedad de tribus y de grupos lingüísticos, alanos
y búlgaros, magiares y eslavos. Los Jázaros recaudaban impuestos de todos ellos
y gobernaban una extensa masa continental que se extendía desde Kiev en el
Norte hasta la península de Crimea en el Sur y desde el curso alto del Volga a
la actual Georgia.
[2] Incluso hay una descripción de su aspecto
físico en Yaqut al-Hamawi, Kitab mu’jam al-buldan (Diccionario de los Países),
que cita Ibn Fadlan: «Los Jázaros no se parecen a los turcos. Tienen el pelo
negro y son de dos tipos: unos llamados los Kara-Jázaros [Jázaros negros], que
son morenos rayando el negro profundo como si fueran una clase de indios, y un
tipo blanco [Ak-Jázaros], que son sorprendentemente bien parecidos», CITADO
EN A. KAHANA (ED.), THE LITERATURE OF HISTORY.
A partir del siglo VI, testimonios persas y
seguidos por otros musulmanes arrojaron luz sobre las primeras etapas de la
saga Jázara. Invadieron el reino sasánida y hostigaron a los habitantes de sus
fronteras y alcanzaron la zona alrededor de Mosul, en el actual Iraq. A
comienzos del siglo VII, durante el reinado del rey persa Cosroes II, un
matrimonio con la hija del rey Jázaro selló una alianza que permitió a los
persas construir fortificaciones en los pasos de las montañas del Cáucaso, y
todavía pueden verse restos de esas fortificaciones contra las invasiones Jázaras.
Fuentes armenias y bizantinas revelan que en los años siguientes el reino Jázaro
formó una alianza con el Imperio romano de Oriente en su lucha contra los
persas, y se convirtió en un importante factor para el equilibrio del poder en
la región. El obispo armenio del siglo VII Sebeos escribió en su Historia de
Heraclio: «Ellos [los nobles armenios] pasaron a servir al gran Kan, rey de las
tierras del Norte. A las órdenes de su rey, el Kan [...], marcharon a través
del paso de Jor para ir en ayuda del rey de Grecia».
EL KAN “KHAGAN” —EL TÍTULO DEL GOBERNANTE
DE JAZARÍA— mantuvo amplias relaciones con el Imperio
bizantino. El futuro emperador Justiniano II, quien había sido exiliado a
Crimea, escapó a finales del siglo VII al reino Jázaro donde se casó con una
princesa del reino. Ella fue rebautizada como Teodora y más tarde sería una
poderosa emperatriz.
Éste tampoco fue el único lazo matrimonial
entre los dos reinos. En el siglo X el gobernador y escritor Constantino VII
Porfirogéneta escribió: «El emperador León [III] [...] por medio del matrimonio
se convirtió en aliado del Kan de Jazaría, al aceptar a su hija como esposa
[para su hijo Constantino V], avergonzando al Imperio bizantino y a sí mismo
porque con ello abandonó los preceptos de sus antepasados y los trató con
desdén».
Esa boda no tradicional, inter-dinástica, se
celebró en el año 732 d.C., y el hijo que nació de ella se convirtió en el
Emperador León IV el Jázaro. También fue el punto álgido de las relaciones
diplomáticas entre los dos poderosos reinos. Los Jázaros triunfaron en muchas
batallas para detener el avance de los musulmanes hacia el Norte y,
temporalmente, salvaron al Imperio bizantino del amenazante cerco que hubiera
precipitado su colapso.
Las muchas batallas entre musulmanes y Jázaros
fueron descritas por numerosos cronistas árabes, que no tenían reparos en
copiarse entre ellos sus obras. Ibn al-Athir escribió que «lucharon fieramente
y ambos bandos aguantaron. Luego, los Jázaros y los turcos vencieron a los
musulmanes [...]. Después de que al-Jarrah cayera en el campo de batalla, los Jázaros
codiciaron [el país] y se adentraron muy en su interior, alcanzando Mosul». Eso
sucedió en el año 730 d.C., pero la respuesta no tardó en llegar. Después de un
tremendo esfuerzo logístico y de nuevas batallas, los ejércitos árabes consiguieron
repeler al resuelto enemigo. Bajo el mando del futuro califa Marwan II incluso
avanzaron con grandes fuerzas sobre la propia Jazaría, y su condición para
retirarse fue la conversión al Islam del Kan. El soberano Jázaro aceptó y los
ejércitos árabes se retiraron a las montañas del Cáucaso, que se establecieron
como la frontera final entre Jazaría y el mundo musulmán. Como veremos, la
conversión temporal del pagano reino Jázaro no fue muy significativa, aunque
muchos de los súbditos aceptaron la fe de Mahoma.
La mayoría de las fuentes describen el reino Jázaro
como poseedor de un original gobierno dual: un líder religioso supremo y un
activo líder secular. Ahmad ibn-Fadlan, un diplomático y escritor que en el año
912 d.C. fue enviado por el califa al-Muqtadir al país de Bulgaria, en el
Volga, atravesó Jazaría y describió el país en sus excepcionales notas de
viaje. SOBRE LOS JÁZAROS Y SU SISTEMA POLÍTICO, ESCRIBIÓ:
«En cuanto al rey de los Jázaros, conocido
como el Kan [Kagan], solamente se le ve una vez cada cuatro meses, y a una
respetuosa distancia. Se le llama el Gran Kan, y a su segundo se le llama el
Kan Bey. Este último es quien está al mando de los ejércitos, administra el
reino y cuida de él. Lanza asaltos e incursiones y los reyes vecinos se rinden
ante él. Todos los días visita al Gran Kan, de manera deferente, mostrándose
humilde y modesto ante él».
Más información se encuentra en la obra del
cartógrafo y cronista Al-Istakhri, escrita alrededor del año 932. Su
descripción es más vívida y pintoresca:
«En cuanto a su régimen y gobierno, su maestro
recibe el nombre de Kan Jázaro, que es más elevado que el rey de los Jázaros,
aunque es el rey quien le otorga sus poderes. Cuando quieren nombrar a un Kan,
lo estrangulan con un cordón de seda y, cuando está casi asfixiado, le preguntan:
«¿Cuánto tiempo quieres reinar?». Y él replica: «Tantos años». Si muere antes
de ese plazo, [no hay problema]; en caso contrario, cuando cumple el plazo, lo
matan. Solamente los hijos de las familias importantes pueden acceder al puesto
de Kan y, aunque no tiene ningún poder real, es adorado y venerado cuando
aparece ante la gente. Sin embargo, nadie accede a su presencia excepto un
pequeño número de personas como el rey y los de su rango [...]. Y no se nombra
Kan a nadie que no sea fiel al judaísmo».
Otras fuentes árabes corroboran la existencia
de un poder dual en Jazaría. Se trataba de un régimen eficaz que mantenía una
mística alrededor del Gran Kan y utilizaba al príncipe de mayor talento y
capacidad como el Bey, que actuaba como un virrey militar. El halo de santidad
que acompañaba al Kan no le impedía mantener un harén de 25 mujeres y 60
concubinas, aunque esto no se puede considerar necesariamente como una devota
muestra de emulación del bíblico rey Salomón.
La sede de los gobernantes estaba en la capital
Itil, junto al estuario del Volga en el mar Caspio. Desafortunadamente parece
que el cambio del curso de los grandes afluentes del río y la subida del nivel
del mar inundó la ciudad, cuya localización exacta permanece desconocida. Si el
reino mantuvo un archivo documental, se perdió, y los investigadores tienen que
apoyarse principalmente en fuentes externas. Itil fue mayormente una ciudad de
tiendas de campaña y casas de madera, y solamente la residencia de los
gobernantes estaba construida con ladrillos. LA DESCRIPCIÓN DE IBN-FADLAN
PROPORCIONA ALGUNOS DETALLES:
«Al-Khazar es el nombre de una región (y
de un clima), y su capital se llama Itil. Itil es el nombre del río que corre
por al-Khazar desde las tierras de rusos y búlgaros. Itil es una ciudad y
al-Khazar es el nombre del reino, no de la ciudad. Itil tiene dos partes [...].
El rey reside en la parte occidental, de una parasanga de extensión, rodeado
por un muro irregularmente construído. Sus casas están hechas de pieles excepto
unas pocas hechas de barro. Hay mercados y baños públicos».
Los habitantes ya no eran pastores nómadas como
sus antepasados, pero la población todavía migraba cada primavera a las zonas
rurales para cultivar el suelo, y pasaban el duro invierno en la capital donde
el clima era más templado por su proximidad al mar. AL-ISTAKHRI SEÑALÓ:
«En verano marchan a los campos a 20
leguas, para sembrar y recolectar. Ya que unos están cerca del río y otros de
la pradera, llevan [los productos] en carretas y por el río. Su alimento
principal es el arroz y el pescado. La miel y la cebada que envían fuera del
país les llega a ellos de la región de los rusos y búlgaros».
Al-Istakhri también describe otra ciudad: «Los Jázaros
tienen una ciudad llamada Samandar [...]. Tiene muchos jardines, y se dice que
contiene unos cuatro mil viñedos que llegan hasta la frontera serir. La mayor parte
de su producción son uvas». Se sabe que ésta fue la capital Jázara antes de que
los gobernantes se trasladaran a Itil, y que la pesca era un importante medio
de vida para la población.
Sabemos que los Jázaros eran típicos
recolectores de arroz y consumidores regulares de pescado y vino, aunque el
grueso de los ingresos del reino procedía de los peajes. Jazaría se levantaba
sobre la Ruta de la Seda, y también dominaba los ríos Volga y Don, que eran
importantes rutas de transporte. Otra fuente más de ingresos eran los pesados
tributos impuestos sobre las numerosas tribus a las que gobernaba el reino. Los
Jázaros fueron conocidos por su floreciente comercio, especialmente de pieles y
esclavos, y su creciente riqueza les permitía mantener una fuerza militar
poderosa y bien entrenada que dominaba todo el Sur de Rusia y lo que
actualmente es el Este de Ucrania.
Hasta aquí, las descripciones de los cronistas
árabes coinciden e incluso están de acuerdo con el testimonio de la carta del
rey José.
Sin embargo, el tema de la lengua Jázara permanece
oscuro. Sin duda la gran mezcla de tribus y poblaciones llevaba a la existencia
de varias lenguas y dialectos, pero ¿cuál era la lengua de la élite Jázara en
el poder? Al-Istakhri, siguiendo a Al-Bakri, escribió: «El lenguaje de los Jázaros
es diferente al de los turcos y persas y no se parece al lenguaje de ninguna
otra nación» [3]. No obstante, la
mayoría de los investigadores suponen que el lenguaje Jázaro consistía en
dialectos huno-búlgaros junto a otros de la familia túrquica.
[3] Algunos testimonios sugieren que su
lenguaje se parecía al antiguo búlgaro.
Sin embargo, de lo que no hay duda es de que el
hebreo era la lengua sagrada Jázara y el lenguaje que se utilizaba en las
comunicaciones escritas. LOS POCOS DOCUMENTOS JÁZAROS EXISTENTES LO INDICAN,
Y EL ESCRITOR ÁRABE AL-NADIM, QUE VIVÍA EN BAGDAD EN EL SIGLO X, LO CONFIRMA:
«En cuanto a los turcos y los Jázaros [...] no
tienen un alfabeto propio, y los Jázaros escriben en hebreo». Se han encontrado
inscripciones en Crimea que están en una lengua no semítica que utiliza
caracteres hebreos; dos de esos caracteres (shin y tzadik) finalmente entraron
en el alfabeto cirílico, presumiblemente en el transcurso del primer dominio Jázaro
sobre los rusos.
¿POR QUÉ EL REINO JÁZARO NO
ADOPTÓ LA LENGUA GRIEGA O ÁRABE PARA USO RELIGIOSO Y PARA LAS COMUNICACIONES A
ALTO NIVEL?
¿POR QUÉ LOS JÁZAROS SE
CONVIRTIERON EN JUDÍOS, CUANDO TODOS SUS VECINOS SE CONVIRTIERON EN MASA, O
BIEN AL CRISTIANISMO, O BIEN AL ISLAM?
Y OTRA PREGUNTA MÁS ¿CUÁNDO EMPEZÓ LA ASOMBROSA PROSELITIZACIÓN COLECTIVA?
LOS JÁZAROS Y EL JUDAÍSMO: ¿UNA LARGA RELACIÓN AMOROSA?
Uno de los pocos testimonios Jázaros que han
sobrevivido es el importante documento que los investigadores conocen como el
Documento de Cambridge, cuya autenticidad está menos cuestionada que la carta
del rey José. Ese manuscrito hebreo, escrito por un judío Jázaro de la corte
del rey José, fue encontrado en la famosa genizah de El Cairo, publicado en
1912, y desde entonces ha permanecido en la biblioteca de la Universidad de
Cambridge. Se sabe poco sobre el autor o el destinatario, pero parece haber sido
escrito en el siglo X d.C. y podría haber sido otra respuesta a la petición de
Hasdai.
El texto está fragmentado y muchas palabras se
han perdido, pero todavía es una rica fuente de información. DESPUÉS DE UNAS
CUANTAS LÍNEAS PERDIDAS, LA CARTA DICE LO SIGUIENTE:
«Armenia y nuestros antepasados huyeron de
ellos [...] [porque no podían] soportar el yugo de los adoradores de ídolos. Y
[los príncipes de Jazaría] los recibieron [porque los hombres de] Jazaría
estaban al principio sin la Torá. Y [ellos también] permanecían sin la Torá y
las Escrituras y se casaron con los habitantes de la tierra. Y aprendieron sus
hazañas y marcharon con ellos [a la guerra continuamente]. Y se convirtieron en
pueblo. Solamente confiaron en el pacto de la circuncisión. Y [algunos de
ellos] observaban el Sabbath. Y no había rey en la tierra de Jazaría. Solamente
a aquel que obtenía victorias en la batalla lo nombrarían como general del
ejército. [Sucedió] que, en un momento en el que los judíos marcharon a la
batalla con ellos como era su costumbre, un judío se demostró poderoso con su
espada y puso en fuga a los enemigos que venían contra Jazaría. Entonces el
pueblo de Jazaría lo nombró sobre ellos como el general del ejército de acuerdo
con sus antiguas costumbres».
El documento también describe un encuentro
tripartito de resolución de un problema entre un musulmán, un cristiano y un
judío, esencialmente similar a la descripción de la carta del rey José, y que
concluía, desde luego, con la apropiada decisión a favor del judaísmo.
Parece que ese modelo histórico-literario fue
muy popular en ese período: las primeras crónicas rusas describen la conversión
de Vladimir I de Kiev al cristianismo casi de la misma manera, aunque
naturalmente con un resultado diferente. Un escritor árabe contemporáneo
también describió la judaización del rey de Jazaría tras un intenso debate
teológico, excepto que en ese texto el erudito judío contrató a un asesino para
envenenar al erudito musulmán antes de la confrontación decisiva, y así «EL
JUDÍO LLEVÓ AL REY HACIA SU RELIGIÓN Y LO CONVIRTIÓ».
El resto del así llamado Documento de
Cambridge, como su comienzo, sugiere una interesante hipótesis referente a la
judaización de los Jázaros:
«Israel, junto a los hombres de Jazaría,
regresó en perfecto arrepentimiento. Pero también los judíos empezaron a llegar
desde Bagdad, desde Khorasan y desde la tierra de Grecia y estrecharon las
manos de los hombres de la tierra, y se estimularon en la alianza del Padre de
la Multitud [Abraham]. Y los hombres de la tierra nombraron de entre ellos a
uno de los hombres sabios como juez. Y pusieron su nombre en la lengua de Jazaría,
Kan. Por ello, los jueces que surgieron después de él son llamados por el
nombre de Kan hasta nuestros días. En cuanto al gran príncipe de Jazaría,
cambiaron su nombre por el de Sabriel y así lo nombraron su rey».
Puede ser que este Sabriel fuera el nombre que
tras su conversión adoptó el rey Bulan, mencionado en la carta de José, que
este relato fuera poco fiable y las dramáticas descripciones de la judaización
meras fábulas y sermones. Sin embargo, los relatos sobre la inmigración como el
catalizador del proceso de proselitización parecen mucho más relevantes para
entender la historia Jázara. La llegada de creyentes judíos de Armenia, del
actual Iraq, desde Khorasan (que comprendía partes de lo que son en la
actualidad Irán, Turkmenistán, Uzbekistán, Tajikistán, Afganistán y Pakistán) y
de Bizancio, bien pueden haber provocado la conversión al judaísmo de ese
extraño reino. A las tierras del paganismo llegaron judíos proselitizados desde
los escenarios de monoteísmos rivales, el cristianismo o el islam. Como en
otras regiones que sufrieron una masiva judaización, en Jazaría empezó
igualmente con inmigrantes que convencieron a los paganos de que su fe era
preferible. La gran campaña de proselitización de masas que empezó en el siglo
II a.C., con el ascenso del reino asmoneo, alcanzó su clímax en Jazaría en el
siglo VIII d.C.
El testimonio hebreo-Jázaro sobre la
inmigración judía encuentra respaldo en la literatura árabe. EL CRONISTA
ÁRABE AL-MAS’DI ESCRIBIÓ:
«En cuanto a los judíos, ellos son el rey
y su corte, y los Jázaros son su pueblo. La judaización del rey de los Jázaros
se produjo en el califato de Harun al-Rashid. Muchos judíos que habían oído
hablar de él se unieron a él desde todas las ciudades musulmanas y desde
Bizancio. La razón era que el rey bizantino de nuestro tiempo, el año 332 [944
d.C.], Armanus [Romano] cristianizó por la fuerza a los judíos de su reino
[...] con lo cual muchos judíos huyeron de Bizancio a la tierra de los Jázaros».
El califa abasí Harun al-Rashid vivió entre los
años 763 y 809 d.C. El supuesto Emperador bizantino Romano reinó en la primera
mitad del siglo X. Este pasaje sugiere que la relación entre el reino Jázaro y
el judaísmo se desarrolló por etapas y que la primera fue en el siglo VIII d.C.
Hemos visto que en ese siglo los ejércitos Jázaros invadieron Armenia e incluso
alcanzaron la ciudad de Mosul en al actual Kurdistán. En esas regiones todavía
había comunidades judías —gentes que permanecían desde el antiguo reino de
Adiabene— que habían penetrado profundamente en Armenia. Quizá fue en ese
encuentro cuando los Jázaros se encontraron por primera vez con la religión de
Yahvé, y algunos creyentes judíos acompañaron al ejército en su regreso a Jazaría.
También se sabe que en las orillas septentrionales del mar Negro, especialmente
en Crimea, vivían judíos proselitizados con nombres griegos [4]. Más tarde algunos huyeron de las
despiadadas persecuciones de los Emperadores bizantinos.
[4] Otra teoría sugiere que los judíos
llegaron a Jazaría desde Khorasan, al Este del mar Caspio.
Yehudah ha-Levi señaló en el Kuzari que los Jázaros
se convirtieron en el 740 d.C., pero la fecha puede no ser correcta. Un
documento cristiano escrito alrededor del año 864 d.C. en la distante Francia
afirmaba que «todos los gazari obedecen los preceptos del judaísmo». En alguna
etapa entre mediados de los siglos VIII y IX los Jázaros adoptaron el
monoteísmo judío como su particular fe y rito. También es razonable suponer que
no fue un milagroso acto único sino un proceso largo. Incluso la cuestionable
carta del rey José describe que la conversión se produjo por etapas: el rey
Bulan fue convencido por la lógica de la Ley de Moisés y se convirtió en judío,
pero solamente el rey Abdías, su nieto o biznieto, «reformó el reino y
estableció la ley en su lugar adecuado», construyó sinagogas y seminarios y
adoptó la Mishná y el Talmud. También se dice que invitó a los sabios judíos de
muy lejos para reforzar la verdadera fe ente sus súbditos.
En el siglo XIX los investigadores dudaban
sobre la conversión del reino Jázaro: actualmente no se pone en duda. La
propagación del monoteísmo alcanzó el Cáucaso y las estepas del Volga y del Don
—el actual Sur de Rusia— y convenció a gobernantes y a élites tribales para que
creyeran en las muchas ventajas de una divinidad única.
PERO LA CUESTIÓN SIGUE EN PIE ¿POR QUÉ OPTÓ JAZARÍA POR EL JUDAÍSMO EN VEZ DE POR
ALGUNA DE LAS OTRAS RELIGIONES MONOTEÍSTAS, CON SUS REQUERIMIENTOS MENOS
ONEROSOS?
Si dejamos de lado el mágico sermón incluido en
la carta del rey José, el Documento de Cambridge y el libro de Yehudah Halevi,
nos quedamos con la misma explicación que se aplicaba a la conversión Himyar.
El deseo de permanecer independientes frente a imperios poderosos y codiciosos
—en este caso el Imperio bizantino ortodoxo y el califato abasí musulmán— llevó
a los gobernantes de Jazaría a adoptar el judaísmo como un arma defensiva
ideológica. Si los Jázaros hubieran adoptado el islam, por ejemplo, se hubieran
convertido en súbditos del califa. Si hubieran permanecido paganos, hubieran
sido marcados para la aniquilación por los musulmanes, que no toleraban la
idolatría. El cristianismo evidentemente los hubiera subordinado por mucho
tiempo al Imperio oriental. La lenta y gradual transición del antiguo
chamanismo de la región al monoteísmo judío probablemente también contribuyó a
la consolidación y centralización del reino Jázaro.
Uno de los más destacados recopiladores de
material sobre los Jázaros fue un ruso caraíta llamado Abram Firkovich. Ese
incansable investigador también era un gran devoto; ansioso por crear la
impresión de que Jazaría se había convertido no al judaísmo rabínico sino al
caraísmo, añadió y borró material en varios documentos, libros sagrados e
inscripciones de tumbas. Así, a pesar de su valioso trabajo de conservación,
dañó muchas fuentes y creó una generalizada falta de confianza. Finalmente, sus
falsificaciones fueron descubiertas por otros investigadores (principalmente
por el importante historiador Abraham Eliyahu Harkavy), y una investigación más
detallada reveló que el judaísmo Jázaro no era caraíta en absoluto.
Es bastante posible que el caraísmo, no menos
que el judaísmo del Talmud, se propagara por las regiones de Jazaría,
especialmente por Crimea, pero la práctica judía en el reino era rabínica en
mayor o menor grado. La consolidación histórica del caraísmo llegó demasiado
tarde como para haber sido el primer catalizador que dio lugar a la judaización
de los Jázaros, y no hay ninguna razón para suponer que continuó hasta capturar
a todos ellos. Además, en el momento de la conversión Jázara, todavía eran
excepcionales las copias del Talmud, lo que permitió que muchos prosélitos
adoptaran ritos antiguos e incluso sacrificios sacerdotales. Restos de un
cuerpo encontrado en una cueva funeraria en Fangoria en Crimea aparecieron
vestidos con prendas de cuero del estilo utilizado por los sirvientes del
templo de Jerusalén, como se prescribe con detalle en el Antiguo Testamento.
Pero una de las maravillas del reino judío
oriental, por la que todavía se le alaba, era su pluralismo religioso heredado
de su anterior chamanismo politeísta que todavía era popular en la región.
COMO ESCRIBIÓ AL-MAS’UDI:
«Las leyes de la capital Jázara decretan
siete jueces: dos para los musulmanes, dos para juzgar según la Torá para los Jázaros,
dos que actúan de acuerdo con los Evangelios para los cristianos que hay entre
ellos y uno para los saqaliba (búlgaros) y rusos y para otros idólatras».
Es casi seguro que el poder Jázaro protegía a
los judíos, musulmanes, cristianos y paganos, y que las sinagogas, mezquitas e
iglesias existieron unas al lado de las otras en las ciudades. Ibn Hawqal,
escribiendo en los años 976-977 d.C., lo confirmaba en su descripción de
Samandar: «Hay musulmanes viviendo allí que tienen mezquitas, y los cristianos
tienen iglesias y los judíos sinagogas».
YAQUT AL-HAMAWI, RECURRIENDO A IBN-FADLAN,
ESCRIBIÓ:
«Los musulmanes tienen en esta ciudad
[Itil] una gran mezquita donde rezan y a la que acuden los viernes. Tenía un
alto minarete para llamar a la oración y realizar diversos pregones. Cuando el
rey de los Jázaros oyó en el año 310 [922 d.C.] que los musulmanes habían
destruído una sinagoga en Dal al-Babunaj, ordenó que el minarete fuera
derribado y así se hizo. Y condenó a muerte a los pregoneros. Dijo: "Si no
hubiera temido que destruyeran todas las sinagogas en las tierras musulmanas,
hubiera destruido esta mezquita"».
La solidaridad judía algunas veces se impuso
sobre el principio de la tolerancia religiosa, pero no acabó con ella, aunque,
cuando los judíos fueron perseguidos en el Imperio bizantino, durante el
reinado del Emperador Romano, el rey José respondió persiguiendo a los
cristianos Jázaros. No obstante, los kanes llevaron a la práctica una política
similar a la del reino musulmán de Al-Andalus, un modelo monoteísta suave, muy
diferente a la de la civilización cristiana contemporánea o a los valores
«totalitarios» del reino asmoneo. Musulmanes y cristianos sirvieron en los
ejércitos del Kan, e incluso estaban exentos de combatir cuando había
compañeros de creencias en el otro bando.
El Documento de Cambridge apoya la declaración
encontrada en la carta del rey José de que los Jázaros tenían nombres hebreos.
La carta del rey José menciona Hezekiah, Manasseh, Yitzhak, Zebulun, Menahem,
Binyamin y Aharon. El manuscrito menciona a reyes de nombres Binyamin y Aharon,
que refuerzan la corrección de la carta del rey, por lo menos parcialmente.
El autor del manuscrito también escribe: «Ahora
en nuestra tierra dicen que nuestros antepasados vinieron de la tribu de
Simeón, pero no podemos probar la verdad de esa afirmación» [5]. Los prosélitos siempre se han esforzado
por encontrar algún vínculo genealógico directo con los patriarcas de la
mitología bíblica, y esa tendencia afectó a muchos de los Jázaros que querían
creer que ellos descendían de las tribus israelitas. La conciencia religiosa se
volvió más decisiva en la siguiente generación, y con el tiempo superó a las
anteriores identidades tribales asociadas con la idolatría. Los cultos paganos
se convirtieron en abominables a los ojos de los orgullosos nuevos monoteístas
y todavía más para sus vástagos y su imaginaria identidad. Por ello el reino se
vio a sí mismo más judío que Jázaro y así se documentó en las épicas
contemporáneas rusas: no era la tierra de los Jázaros sino la tierra de los
judíos —Zemlya Zhidovskaya— la que intimidó a los vecinos eslavos.
[5] La leyenda de Eldad el Danita también
describe a los Jázaros como descendientes de las «10 tribus»: «La tribu de
Simeón y la mitad de la tribu de Manasés viven en la tierra de los caldeos a
seis meses de viaje, y son más numerosos que todas las demás y reciben tributos
de 25 reinos y de algunos de los saqueadores ismaelitas», ABRAHAM EPSTEIN
(ED.), ELDAD THE DANITE, PRESSBURG, 1891, P. 25.
El deseo de una genealogía sagrada también dio
origen a novedosos marcadores culturales. En la carta del rey José la lista de
reyes incluye a uno llamado Hanukkah, y el Documento de Cambridge menciona a un
comandante del ejército de nombre Pessah. Esa original práctica de poner a la
gente el nombre de fiestas religiosas era desconocida en los tiempos bíblicos o
en el reino asmoneo, y tampoco se ha encontrado en el reino de Himyar y en sus
descendientes, ni entre los judíos del distante Norte de África. En tiempos
posteriores, esos nombres emigraron hacia Occidente llegando a Rusia, Polonia e
incluso Alemania.
No obstante, la pregunta permanece sin
respuesta: ¿constituían los judíos la mayoría de los creyentes monoteístas de
toda Jazaría? Las fuentes son contradictorias. Algunos de los escritores árabes
afirman que los judíos Jázaros eran una élite minoritaria que tenía el poder.
Por ejemplo, Al-Istakhri afirma que «la comunidad más pequeña son los judíos,
mientras que la mayoría de los habitantes son musulmanes y cristianos, pero el
rey y su corte son judíos». Otros dicen que todos los Jázaros eran judíos.
Yaqut, basándose en Ibn-Fadlan, la fuente más fiable del período, afirma: «Los Jázaros
y su rey son todos judíos». Igualmente, Al-Mas’udi afirmó: «En cuanto a los
judíos, son el rey y su corte y sus súbditos los Jázaros». Es bastante posible
que el grueso de la gran tribu Jázara se convirtiera en judía, mientras que
otras tribus fueron proselitizadas sólo parcialmente, y muchos se convirtieran
en musulmanes, cristianos o permanecieran siendo paganos.
¿QUÉ TAMAÑO TENÍA LA
COMUNIDAD DE JÁZAROS PROSELITIZADOS?
La investigación realizada no ha llegado a ninguna
cifra. Una gran dificultad de la Historia es que nunca sabemos demasiado acerca
de las creencias espirituales del pueblo llano. La historiografía judía más
tradicional, así como una parte importante de los estudios soviéticos sobre
nacionalidades, ha resaltado que sólo el monarca y la alta nobleza se
convirtieron en judíos, mientras que las masas Jázaras eran paganas o adoptaron
el islam. No hay que olvidar que en los siglos VIII, IX y X d.C. no todos los
campesinos europeos se habían convertido en cristianos, y que la fe era
bastante tenue entre los escalones más bajos de la jerarquía social medieval.
Por otra parte, se sabe que, en los tiempos de las primeras religiones
monoteístas, los esclavos eran casi siempre obligados a adoptar la fe de sus amos.
Los ricos Jázaros que poseían muchos esclavos no eran diferentes (como
claramente expone la carta del rey José). Las inscripciones grabadas en muchas
lápidas de la antigua Jazaría indican una propagación del judaísmo, aunque a
menudo con evidentes desviaciones sincréticas.
El reino Jázaro permaneció siendo judío durante
demasiado tiempo —los cálculos oscilan entre 200 y 400 años— como para no
justificar la suposición de que la práctica y la fe se filtrara a estratos más
amplios. Aunque era probable que no fuera el puro y detallado judaísmo
halajaico, por lo menos algunos de los mandamientos y rituales deben de haber
alcanzado a amplias congregaciones; de otra forma, la religión judía no hubiera
atraído tanta atención, así como un buen grado de emulación, por toda la
región. Se sabe que la proselitización también se produjo entre los alanos, que
hablaban dialectos iraníes y que vivían bajo la égida Jázara en las montañas
del Norte del Cáucaso. El Documento de Cambridge contiene la afirmación de que,
en una de las muchas guerras de los Jázaros contra sus vecinos, «solamente el
rey de los alanos apoyaba a Jazaría. Porque algunos de ellos observaban la Torá
de los judíos» [6].
[6] A finales del siglo XII de nuestra Era, el
«eterno viajero» Benjamín de Tudela mencionó una comunidad judía en el país de
los alanos.
Lo mismo sucedía con la gran tribu kabar, que
salió de Jazaría y se unió a los magiares en su emigración hacia Occidente.
Antes de su emigración a Europa Central los magiares, que están entre los
antepasados del actual pueblo húngaro, estaban subordinados al reino Jázaro.
Los kabar, que habían sido parte de la población Jázara, por alguna razón se
rebelaron contra el Kan, se unieron a los magiares y abandonaron Jazaría con
ellos. Se sabe que entre ellos había muchos prosélitos, y su presencia en la
formación del reino húngaro y en el ascenso de la comunidad judía en él puede
no carecer de importancia.
Además de la carta del rey José y del extenso
Documento de Cambridge, hay otro documento Jázaro que fue encontrado en la
genizah de El Cairo y trasladado a la misma universidad británica. Inédito
hasta 1962, el documento da testimonio de la propagación del judaísmo en las
regiones eslavas de Jazaría. Se trata de una carta en hebreo enviada desde
Kiev, alrededor del año 930 d.C., en la que se pide ayuda para un judío local
de nombre Yaakóv ben-Hanukkah, que ha perdido todas sus propiedades. Los
firmantes de la carta son nombres típicamente hebreos, así como Jázaro-túrquicos,
y juntos afirman representar a la «congregación de Kiyov». La carta también
lleva una anotación en caracteres turcos que dice: «Leída». Ese documento
muestra casi con total seguridad la temprana presencia de prosélitos Jázaros en
la ciudad que pronto se convertiría en la primera capital del reino ruso.
Incluso es posible que sus fundadores fueran los antepasados de esos judíos, ya
que el nombre de Kiev se deriva de un dialecto túrquico. Debe de haber habido
alguna razón para que una amplia entrada de la antigua muralla de la ciudad se
conociera como la Puerta de los Judíos, y que condujera a un barrio llamado
judío y a otro llamado Jázaro.
Otra temprana fuente que avala la conversión
colectiva de los Jázaros es una fuente caraíta. Alrededor del año 973 d.C., Yaakóv
Qirqisani, un cultivado viajero que estaba bastante familiarizado con las
regiones alrededor de Jazaría, escribió un comentario en arameo sobre el verso
«YHWH agrandará a Jafet» Bereshit/Génesis 9: 27
«Esto es lo que significan las palabras: él habitará en las tiendas de Sem, que
le conceden favor y ventaja. Y algunos comentaristas piensan que esto se
refiere a los Jázaros que se convirtieron en judíos» [7].
[7] El caraíta Yefet ben-Ali, que vivió en
Basora a finales del siglo X, también menciona al rey de los Jázaros.
Este testimonio caraíta no es el único que
confirma que la judaización no fue simplemente una fantasía «oriental» de
eruditos árabes. Además de la solicitud de Hasdai ibn-Shaprut y de las
declaraciones de Rabad, en el siglo X el gran rabino Saadia Gaon, quien vivió
en Bagdad durante varios años, también escribió sobre los Jázaros. En el
capítulo anterior vimos que lamentaba la islamización de los judíos en la Tierra
Sagrada. ¿Se alegró de la judaización de todo un reino para compensar? Podría
haber tenido sus dudas acerca de esos nuevos judíos que aparecían muy al Norte
de Babilonia, acerca de esos creyentes de la Ley de Moisés que también eran
rudos guerreros, que montaban caballos, que periódicamente ejecutaban a sus
propios reyes y que eran activos mercaderes de esclavos. La preocupación de que
esos salvajes judíos no aceptaran toda la carga de la Torá y todos los
preceptos del Talmud bien pudo consternar al oponente más severo de los
caraítas. En sus escritos, se refiere a la judaización de los Jázaros como un
hecho natural, mencionaba una vez al Kan y también describía a un judío llamado
Yitzhak bar-Abraham que viajó a tierra de los Jázaros y se estableció allí.
Más tarde, en algún momento a principios del
siglo XII, el rabino Petaquias de Regensburg (Ratisbona) marchó de viaje desde
su ciudad en Alemania a Bagdad. Por el camino atravesó Kiev, la península de
Crimea y otras regiones que habían sido parte de Jazaría, que ya había
declinado y disminuído. SUS IMPRESIONES DEL VIAJE, REALMENTE ESCRITAS POR SU
DISCÍPULO, ERAN LAS SIGUIENTES:
«En la tierra de Jazaría es costumbre que
las mujeres lloren y lamenten a sus fallecidos padres durante todo el día y la
noche [...]. No hay judíos en Kedar; hay herejes, y el rabino Petaquias les
preguntó: "¿Por qué no creéis en las palabras de los sabios?". Ellos
replicaron: "Porque nuestros padres no nos las enseñaron". Las
vísperas del Sabbath cortaban todo el pan que se comería en el Sabbath y comían
en la oscuridad, y pasaban todo el día sentado en un sitio, y no rezan, sino
que cantan los Salmos. Cuando el rabino Petaquias les enseñó a ellos nuestra
oración y la bendición de la comida, les gustó, y dijeron: "No hemos oído
hablar del Talmud"».
Esta descripción fortalece la suposición de que
el caraísmo estaba extendido por toda la región o, alternativamente, que había
un indefinido sincretismo judío en las estepas. SIN EMBARGO, MÁS TARDE,
CUANDO PETAQUIAS LLEGÓ A BAGDAD, HIZO UN RELATO DIFERENTE:
«Los siete reyes de Mesec fueron visitados
por un ángel que les dijo en un sueño que abandonaran sus religiones y leyes y
siguieran la ley de Moisés ben-Amram o su país sería destruído. Se demoraron en
hacerlo hasta que el ángel empezó a devastar su tierra, y todos los reyes de
Mesec y su pueblo se convirtieron al judaísmo, y pidieron al jefe de un
seminario que les enviara a estudiantes de la Torá, y allí marcharon
estudiantes pobres para enseñarles a ellos y a sus hijos la Torá y el Talmud de
Babilonia. Los estudiantes vinieron de Egipto para enseñarles. Él vio a los
emisarios y aquellos que fueron a la tumba de Ezequiel oyeron sobre los
milagros y que las peticiones de los fieles fueron respondidas».
¿FUERON ÉSTAS LAS ÚLTIMAS
EXCLAMACIONES DE UN REINO JUDÍO CADA VEZ MÁS REDUCIDO? ¿EL DESESPERADO
AFERRAMIENTO A UNA FE QUE PERMANECIÓ DESPUÉS DE LA ANTERIOR GLORIA REAL? SABEMOS
DEMASIADO POCO SOBRE LA SITUACIÓN EN JAZARÍA EN EL SIGLO XII COMO PARA AVENTURAR
UNA OPINIÓN.
¿CUÁNDO SE DESMORONÓ EL GRAN
IMPERIO JÁZARO?
En el pasado se suponía que fue en la segunda
mitad del siglo X. El principado de Kiev del que surgió el primer reino ruso
fue durante muchos años vasallo de los gobernantes de Jazaría. El principado se
volvió más fuerte en el siglo X, alcanzó una alianza con el Imperio romano de
Oriente y atacó a sus poderosos vecinos Jázaros. En el año 965 (o 969),
Sviatoslav I, el príncipe gobernante de Kiev, atacó la ciudad Jázara de Sarkel
que controlaba el río Don y se apoderó de ella. Sarkel era una ciudad
fortificada, construída originalmente por ingenieros bizantinos, de importante
valor estratégico para el Imperio judío, y su pérdida marcó el comienzo del
declive del Imperio. Sin embargo, en contra de la opinión prevaleciente ése no
fue el fin de Jazaría.
Los informes sobre la suerte de la capital Itil
en esa guerra son contradictorios. Algunas fuentes árabes afirman que fue
destruída; otras afirman que sobrevivió a la victoria rusa. Ya que estaba formada
principalmente por cabañas y tiendas, quizá pudo ser reconstruída. Sin embargo,
lo que es cierto es que en la segunda mitad del siglo X Jazaría perdió su
posición hegemónica en la región. El príncipe Vladimir I de Kiev, el joven hijo
de Sviatoslav, extendió las fronteras de su principado hasta Crimea y, dando un
paso importante para el futuro de Rusia, se convirtió al cristianismo. Su
alianza con el Imperio romano de Oriente socavó su larga conexión con Jazaría,
y en 1016 una fuerza conjunta ruso-bizantina atacó y derrotó al reino judío.
A partir de entonces la Iglesia rusa fue
encabezada por el patriarca de Constantinopla, aunque esa sagrada alianza no
duró mucho. En 1071 los selyúcidas, tribus en ascenso de origen túrquico,
derrotaron a las considerables fuerzas del Imperio, y finalmente el reino ruso
de Kiev también cayó. Poco se sabe de la situación de Jazaría a finales del
siglo XI. Hay algunas menciones de guerreros Jázaros luchando en los ejércitos
de otras potencias, pero casi no hay información sobre el propio reino. Los
asaltos selyúcidas sobre el califato abasí en Bagdad, que empezaron hacia la
misma época, pusieron fin a su floreciente renacimiento intelectual, y la
mayoría de las crónicas árabes cayeron en el silencio por mucho tiempo.
A lo largo de la Historia los Imperios han
surgido y han caído, pero las religiones monoteístas eran mucho más duraderas y
estables. Desde el declive de las sociedades tribales hasta los tiempos
modernos, la identidad religiosa fue más importante para la gente que las
superficiales relaciones con Imperios, reinos o principados. En el transcurso
de su triunfante historia, la cristiandad sobrevivió a muchos regímenes
políticos, y lo mismo hizo el islam. Entonces, ¿por qué no lo iba a hacer el
judaísmo? Sobrevivió a la caída del reino asmoneo, al colapso de Adiabene e
Himyar y a la heroica derrota de Dihya al-Kahina. También sobrevivió al último
Imperio judío que se extendía desde el Caspio al mar Negro.
El declive del poder político de Jazaría no
provocó el colapso del judaísmo en sus principales ciudades, o en regiones que
se adentraban profundamente en territorios eslavos. La constante presencia
judía en ellas está documentada. El hecho de que los judíos conservaran su fe
en las montañas, las estepas, en los valles y en la península de Crimea está
avalado no sólo por Petaquias; también los testimonios cristianos revelan que
los seguidores de la ley de Moisés existían en diversos lugares.
Pero, si las guerras internas en las extensas
praderas entre el mar Caspio, el mar Negro y las montañas del Cáucaso no
aniquilaron poblaciones y religiones, la torrencial invasión mongola —dirigida
por Gengis Kan y sus hijos a principios el siglo XIII— arrasó con todo lo que
se encontró en su camino, y destrozó las morfologías políticas, culturales e
incluso económicas de toda Asia occidental y Europa oriental. Surgieron algunos
nuevos reinos bajo la égida de la «Horda de Oro», aparentemente incluyendo a un
pequeño reino Jázaro, pero los mongoles no entendían las necesidades del cultivo
de la tierra en los grandes territorios de los que se habían adueñado, y no
cuidaron lo suficiente las necesidades agrícolas de las poblaciones sometidas.
Durante la conquista, los sistemas de riego que
se articulaban desde los grandes ríos —sistemas que habían sostenido el cultivo
del arroz y los viñedos— fueron demolidos, provocando la huida de masas de
gente y la despoblación de las praderas durante cientos de años. Entre los
emigrantes había muchos judíos Jázaros quienes, junto a sus vecinos, avanzaron
hacia la parte occidental de Ucrania y de ahí a los territorios polacos y
lituanos. Solamente los Jázaros de las montañas del Cáucaso consiguieron, en
cierta medida, mantenerse en su tierra, donde la agricultura se basaba
principalmente en las precipitaciones naturales.
Durante la Edad Media, los mongoles del este y
los rusos del norte expulsaron a los Jázaros al oeste de sus antiguas tierras.
La mayoría de ellos se establecieron en Europa del Este, especialmente en
Polonia, donde establecieron grandes comunidades de artesanos, comerciantes y
comerciantes.
Después de la primera mitad del siglo XIII
misteriosamente no hay más menciones de Jazaría, para los demás países el reino
de Jazaría se hundió en el olvido histórico.
De la misma manera en unos pocos siglos, la
gente de Khazaria se convenció de que no eran gentiles convertidos al judaísmo,
sino que se creyeron así mismo como los descendientes físicos de Abraham. En el
siglo XX de nuestra era una nación de judíos convertidos prosperó en lo que hoy
es Rusia central.
Actualmente el judaísmo se divide en varios
grupos étnicos, siendo los mayoritarios y más relevantes dos grupos, los
Ashkenazi, que serían en su gran mayoría descendientes de los jázaros de Europa
del Este y los sefardíes, que son judíos de Turquía, España y las tierras que
bordean el Mediterráneo.
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